martes, 22 de marzo de 2011

Cuento de Javier De Taboada

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Autor: JAVIER DE TABOADA
                                          “Política es una de tantas malas palabras que se escriben con p” Quino

L
lego a su casa, entro al estudio, dejo el saco en la silla del escritorio, se sirvió un trago, prendió el televisor y se sentó. El noticiero. La voz de su esposa: ¿Francisco, estas ahí? Buenas noches, bienvenidos a una nueva edición informativa de 24 horas. Acá estoy. No fui arriba porque pensé que podías estar durmiendo y no quería molestarte. ¿Puedo sentarme? Si, ven siéntate. Quiero ver el noticiero, ahora deben pasar lo de cerrillos. Estas son las principales informaciones de la jornada. ¿Ves?, hoy día  ha sido el entierro. Ella pone cara de lastima. Volvemos después de una pausa comercial.
Ella hablo; son unos asesinos. El no dijo nada, miraba al vacio. ¿Por qué lo mataron, si nunca hacia nada malo? El tampoco dijo nada pero después de un rato calmadamente, como pensando en voz alta: cuando uno se muere siempre se convierte en un santo.
En el televisor estaba de nuevo Martínez Morosini con una noticia sobre los préstamos inminentes. Eso es un cuento, dijo, nos vienen peloteando desde hace un año con que faltan ajustes, tonterías vamos a tener que esperar hasta que crean que podemos pagar, pero a la gente hay que decirle que ya, que aurita, sino imagínate. A él siempre le gustaba ver el noticiero y a veces comentaba las noticias con su esposa, generalmente para desmentirlas. Ella siempre le creía y estaba de acuerdo porque por algo su marido estaba sumergido en ese mundo, como diputado tenia que saber lo que pasaba y así ella aprendía a ver la realidad sin máscaras y a hacer un poquito de política.
Hoy día se realizo el entierro del ministro vilmente asesinado ministro del interior, Julio Cerrillos, vamos con las imágenes. El miraba indiferente. Su esposa le pregunto con timidez ¿era tu amigo?, ¿amigo?  Ese no era amigo de nadie. Con a presencia de numerosas autoridades políticas y personajes así como de sus familiares y amigos se lleva a cabo el funeral del ministro Julio Cerrillos, quien fuera cobardemente victimado el día de ayer. La verdad es que el tipo era una basura, se creía que podía mandar a todo el mundo, que todos tenían que obedecerle. Aquí vemos gran cantidad de gente que acompañaba el ataúd… iba donde nosotros y nos decía: “tienen que hacer tal cosa” y si decíamos que no “son ordenes del presidente”, nosotros íbamos donde le presidente el nos decía que no le hiciéramos caso a ese cojudo, que estaba estudiando como destituirlo porque tenia respaldo de las fuerzas armadas y que él las ordenes las daba directamente a la bancada o por el presidente de la cámara. Señora, seño ¿puede decirnos que recuerdo tenia de su esposo? En el gabinete ni se llevaba son nadie y en el parlamento tampoco. (Entre sollozos contenidos) era un hombre muy sacrificado, que toda su vida atrabajo por su país, los que lo han matado son personas sin corazón, porque el siempre busco servir a todos. Y todo el mundo sabía que se andaba tirando la plata del ministerio, hacia sus entripados por ahí y al final todos se embarraban y a él no se le podía hacer nada. Diferentes personalidades que asistieron el entierro se pronunciaron sobre el asesinato, escuchemos sus declaraciones. Ella sentía sorpresa y miedo de que su marido albergaba tanto odio por dentro, que no le importará la muerte (una muerte siempre conmueve, mas un asesinato) de una persona, por odiosa que haya podido ser, su marido siempre había sido tan bueno, tan tierno por decirlo con una palabra tonta, rara vez le había visto esos resentimientos y le asustaban.
Sí, a mí me afecta bastante la muerte de Julio, lo conocí mucho tiempo, un hombre capaz, inteligente, honesto, muy trabajador e el gabinete, realmente una gran perdida para el país. Era con el que menos se llevaba, dice, y sonríe. Ella ya sabe la respuesta, pero interroga con la mirada. Si a mi me hubieran preguntado, hubiera dicho lo mismo, claro. Es muy lamentable que ocurran cosas como ésta que se hubieran podido evitar con una adecuada seguridad de parte del gobierno. La oposición siempre oportunista, ¿no?, y sonríe. Ella hace la pregunta clave pero olvida por un momento que él es un político: ¿te alegra que lo hayan matado? A mi no me puede alegra la muerte de nadie (con tranquilidad), pero no te voy a negar que en términos de política nacional no es tan malo que digamos y varios van a estar hoy día sentado en un pie. Volvemos con más información después de una pausa. El apaga el televisor y va a su cuarto. Ella lo sigue algo molesta. ¿Qué te pasa, por que me miras así? Ni que yo lo hubiera matado.
                                                              (En Revista Nº 6 "Solitarios", 1994, Arequipa-PERU)

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