domingo, 8 de mayo de 2011

YEKATHERINA Y LA TEORIA EL AMOR CIRCULAR

Autor: LUIS PACHECO

C
uando la empezó a enamorar creyó que la historia podía repetirse, y se sintió algo así como el mago que es capaz de hacer que los acontecimientos siempre tracen aquel mismo inexorable circulo de repeticiones infinitas, pero esta vez se dijo que le ganarías a los acontecimientos y el circulo jamás llegaría a cerrarse, pues ese segmento final había estado lleno de sinsabores y no le agradaba nada la perspectiva de volverlo a repetir .
Grado 0:
Quizás porque tenia el mismo nombre que su anterior amada (un nombre raro por cierto) no la olvido como le ocurría con la mayoría de muchachas que le presentaban. O fue tal vez por ese afán de compararlas, y descubrir las diferencias de la Yekatherina actual y de aquella que antaño tuvo en sus brazos, que termino con la imagen de Yekatherina Andrea muy bien grabada en un rincón de su memoria.
Grado 10:
Como quien juega a la suerte se aventuro a proponerle una invitación a “escuchar música” a Claudia Yekatherina apenas la siguiente vez que la conoció, y para sorpresa suya ella acepto: por lo que él se paso todo el día anterior a la cita recorriendo las casa de sus amigos coleccionistas de música y prestándose sus casettes mas preciados y raros. Al día siguiente la recibió en su casa y contra lo que el había supuesto Yekatherina apenas se intereso en la música y se la paso conversando con él acerca de la poesía de Neruda y de algunos versos que ella había escrito. Él la escuchaba absorto y fue recién cuando se le ocurrió que seria interesante intentar algo con ella.
Yekatherina Andrea se había encontrado multitud de veces mas con el en la universidad y una de estas lo invito a su casa para que le ayude en un trabajo de investigación que estaba haciendo. “es de tecnología alimentaria” le dijo que prepare el pastel que allí decía. Él la miro desconcertado y para sus adentros corrigió las diferencias que había establecido pata las dos Yekatherinas. A esta la tildo de definitivamente loca, en tanto que con nostalgia recalifico a Claudia Yekatherina como una sensible muchachita poeta.
Grado20:
Yekatherina Andrea no estaba loca ni mucho menos, sino que tenia empapado en su vida el mas exacto y puro todo científico, por lo que siempre andaba planteándose hipótesis extravagantes y comprobándolas científica y rigurosamente como supe luego que me comunico los resultados de su investigación de recetarios de cocina: “era inservibles si tu no tenias experiencia previa” y cito como ejemplos a cinco sujetos entre los que figuraba, “sin embargo –me dijo- estoy elaborando recetas aptas tanto para novatos como para cocineras empedernidas. Ya me ayudaras a verificar si se cumple esto…”aunque Yekatherina no sólo investigaba acerca de alimentos, sino de cualquier cosa que se ocurriese, la cocina era su tema de estudio favorito y gracias a la cantidad de pasteles malogrados y recetas abortadas por sus “sujetos de experimentación” fue que pude anotar una diferencia más entre la Yekatherina. Andrea era rica y el dinero al parecer le sobraba; Claudia Yekatherina por el contrario era aun aquella muchachita poeta de clase media que estudiaba administración en la U.N.S.A. y soñaba con un mundo pacifico y pleno de igualdad y amor.
Grado 45:
A él le perecieron divinos los ideales que movían a Claudia Yekatherina y comenzó a sentir el cosquilleó del amor en el pecho. Las demás chicas se le antojaron vanas y frívolas, en tanto que Yekatherina se elevaba por encima de ellas con su sensibilidad de artista y aquella dulzura que él ya empezó a adivinar para si. Después de una ya lejana tarde en que se reunieron  escuchar música, no habían dejado de verse con frecuencia y adquirieron la costumbre de recorrer cuanto espectáculo cultural haya en la ciudad; tiempo después, cuando entre ellos no quedara ni la amistad, él continuaría visitando cine-clubs y galerías de arte, para ellos a Yekatherina Andrea, y comenzar nuevamente con se lento e inexorable circulo de acontecimientos repetidos.


Grado 60.
Se besaron por primera vez en la piscina de su casa. Ella lo había empujado premeditadamente al agua pues estaba estudiando las reacciones que tenían los chicos al caer vestidos en una piscina. Esto le había costado ya a Yekatherina el enojo de dos amigos y muchas recriminaciones de sus padres, pero, empeñosa como siempre, había intentado con él la prueba numero cinco, sin que siquiera imaginarse que él la arrastraría en su caída y que luego la besaría apasionadamente en el agua. Tampoco había calculado que no se iba a enojar y que por el contrario tendría un violento deseo de verlo a él desnudo y sentirlo desnudándola. Luego cerró los ojos y se olvido de todo. Dejo que él la abrace y que le suelte la blusa y el sostén, mientras el agua se le metía por todos los poros de la piel.
Salieron de la piscina semidesnudos y excitadísimos. Él, aunque su sexo le pedía a gritos un encuentro, le dijo que la quería y que le perdone por haber llegado tan lejos. Ella acepto sus disculpas y ofreció traerles una toalla. Él mientras la esperaba y se regocijaba pensando en sus senos duros y mojados, comenzó  sentirse maravillosamente unido a Yekatherina.
Grado 93.
Desde entonces ambos comenzaron a cambiar. A él le dieron las ganas de escribir poemas de amor y a ella le gusto decir “sí” a todo lo que él proponía. Claudia Yekatherina además, lo empezó a ganar para su causa ideológica: le prestaba sus cassettes de música comprometida y le hacia discutir de la justicia e injusticia, para finalmente terminar abrazándolo y haciéndolo jurar que lucharía hasta implantar en el mundo la libertad y la igualdad. Aquellos momentos eran para ambos, dichosos ya que él ponía como condición a su juramento el que Yekatherina se deje de besar “apasionadamente”, y claro, como ella no se negaba, eran intensos instantes de placer que disfrutaban entrecerrando los ojos y dejando a sus bocas y lenguas contorsionarse y saborearse mutuamente, en tanto que con sus brazos no dejaban de acariciarse o estrecharse efusivamente.
“pero júrame que no estas jugando conmigo, ni usándome de conejillos de indias” solía amenazar a Yekatherina Andrea cada vez que ella se mostraba suspicaz o con tendencias experimentales, para escucharlas responder un “¡palabra de mujer!” que aunque normalmente no era cierto, la ponía preciosas. Era en esos momentos en que él, algo arrobado hacía lo imposible por besarla o intentar tomar aquellos senos grandes y duros, que no habían dejado de perturbarlo desde aquel primer beso en la piscina. “eres una sapa Yekatherina – se decía. Ya te lograrás descuidar y veras como esas tetas serán mías”.
Grado 150:
Pero lo que sucedió le dejo aun mas asombrado, pues no solo logro acariciar aquellos pechos impresionante (¡Que tales tetazas las de tu hembrita! –le había dicho unos de sus amigos), sino que todo el cuerpo Yekatherina Andrea fue suyo luego de una noche discoteca y copas, que los llevaron a ambos a un hostal escondido del centro de la ciudad, “una experiencia maravillosa” como diría él después, aunque en realidad no recordase caso nada de lo que había hecho (tan borracho estaba), y su conocimiento del asunto se limitase a los detalles que Yekatherina le comentaba o rememoraba.
Claudia Yekatherina estaba feliz. Había logrado que le incluyan un poema suyo en una plaqueta de tiraje reducido que publicaban varios poetas noveles. Y le había insistido a él toda la semana para que vaya a la presentación y lleve a sus amigos. Él, regocijado también hizo toda la propaganda que pudo ente sus conocidos la noche de la presentación si embargo, una violenta fiebre le impidió ir. Yekatherina entonces se peleo con él y pasaron varios días sin verse; pero el día de la reconciliación se excedieron en efusividad, y Yekatherina habría de recodar y plasmar después en poemas) las manos exploratorias de él que la recorrieron de los senos a al vulva llenándola de electrizantes sensaciones de placer, mientras se besaban vehemente.
Grado203:
¿Qué es lo que me gusta de ti, Yeki? Se cuestionaba varias veces, pues había tomado la costumbre de pensar solo en ella, y cada vez que se ponía melancólico releía los poemas que le dedicaba. Una se llamaba “Mascaras” y a él particularmente le dejaba confundido, pues hablaba de la mascara de la amor, y temía que se tratase de su relación. ¿Me quieres Yeki? Volvía a cuestionarse, y buscaba responderse por todos los lados que era así. ¿Por qué no quieres que te busque en la U.N.S.A.? ¿Me engañas?
“Claro que te quiero, tonto”, le respondía Yekatherina Andrea, con su forma tan natural de decir la cosa, que aunque literalmente le comunicaba sus sentimientos, tenia la sensación de que le había sido una mera indicación a seguir para otro de sus experimentos. “bueno, definitivamente es una loca”, se decía él, “pero me gusta”, y se quedaba escuchando los alucinados proyectos de ella, que esa vez consistían en trazar un mapa del rio haciendo uso solamente de una brújula, un papel y una wincha de 3 metros.
Grado 270:
Pero loca o no, le quería a su manera, y comenzó a sentir celos de la Yekatherina poeta, pues sentía que ella había calado mas en el alma de él que todas sus travesuras e investigaciones; así que pospuso sus mil proyectos, y calladamente comenzó a seguir la pista de la otra Yekatherina. “¿tu la querías? Empezó a interrogarlo para sacar información, pero al cabo de una par de sesiones quedo tan destrozada, que decidió que no valía la pena continuar con aquella relación y anduvo buscando el pretexto para romper.
“¡Eres un imbécil!” le grito Claudia Yekatherina luego que él se peleara con su amigo, el poeta Henry “¡nunca mas vuelvas a verme!”. Él se quedo confundido, sin saber que reacción tomar, hasta que Yekatherina y Henry se largaron de la U.N.S.A., y el  se quedo maldiciéndolos en silencio y enfureciéndose para qué las lagrimas no tuvieran oportunidad de brotar.
Grado 295:
Los amigos a veces se equivocan, y los círculos que están destinados a girar eternamente, no detienen su curso, por más esfuerzos que se pongan para evitarlo. Las dos Yekatherina habían pasado por su vida y se habían marchado, dejándolo en una soledad que lo volvía autocompasivo y retraído, y que lo conducía muchas veces a los burdeles, en los que desnudo y a punto de eyacular, repetía “Yeki” como delirando, y sin saber muy bien a cual de ellas se refería.
Grado 344:
-  Claudia Yekatherina, ¿no es cierto?
- Sí –respondía la poetisa mientras se acomodaba el chaleco.
- Yo soy Andrea –se presentaba la descocida que lucia fina ropa y exhalaba un perfume delicioso- he leído algunos de tus poemas y me parecen geniales ¿A quienes se los dedicas?
Claudia Yekatherina se sonrió, y se dijo  que aquella Andrea le estaba cayendo muy bien, así que le comenzó a contar de Henry y de su sensibilidad. Por su parte Yekatherina Andrea escuchaba y analizaba: “¿así que esta es la que lo tuvo loco? ¡Que malos gustos! Sin embargo se mostraba cordial, y hasta halagaba los poemas. A demás el tal Henry comenzó a parecerle un tipo excelente para sus experimentos.
Grado360:
“La noche en que Claudia Yekatherina beso a Henry por primera vez, se termino el primer giro del circulo” le explicaba Yekatherina Andrea “y el nuestro se descompuso cuando viajaste a Lima y a mi me entraron celos de la petisa” continuo en tono didáctico ella, ves, eres un caso excepcional. El hombre de los amores circulares, debería escribir una teoría a cerca de ti”. Él se limitó a sentirle y a morderle suavemente el pezón. Ella se dejo acariciar y hasta lo abrazo. Desnudos como estaban, juguetearon largo rato más sobre la cama. Y mientras volvían a excitarse. Yekatherina le hablaba de si teoría del amor cíclico y de los círculos, y de lo hermoso que seria no haber terminado su relación, pues trescientos sesenta grados  o cero grados ¿no eran acaso lo mismo: el principio y el final del círculo a la vez?
Publicado en la Revista "Solitarios" Nº 8 en 1995 en Arequipa PERU

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