El lugar en que te cortan los dedos
Carlos Tapia
Y aquellos que sentían demasiado se quedaban mirando todo el día y todo lo comprendían. Su mirada se volvía azul.
Por la tarde bebían lejía.
Esos tocaban el arte monstruoso con la piel. Prestos al trauma, sufren los posesos disimulando su condición fantasmal, etérea; eso alimenta su morbo.
Que solo es inocencia adolescente. Comen sangre, bailan sonbi.
Es tanto el sueño en el hombre que su razón lo hace cargar, y el tiempo el que hace la razón amontonándola junto al cuerpo.
Y eso son los artistas atrapados en su fantasía, con cabellos atravesando el cielo puro que sobrevive.
Uno habla con los otros por la mirada, pero el filtro es tan purificable. Y cuando uno sufre el proceso, el cuerpo existe, es puro. Eso es el trabajo.
Y el kuy hecho de mierda, brilló. Todo aquello que había tejido su voz, vibró.
Solo sentía que no era su culpa.
Entonces llegaron al lugar donde te cortan las uñas.
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