lunes, 13 de enero de 2014

MOTIVOS PARA VERTE

Te miro salir de noche, perfumada, arreglada y con un brillo malicioso en la mirada. Estás de cacería. Preciso es, sin embargo, recoger a las amigas (¿qué pensarás de mí, me pregunto, cuando escoges el sitio al que saldrán señalando con el dedo sobre el volante?) Hola Patty, hola Carmen ¿Salimos? (Me pregunto si te diviertes, ¿relaja realmente el salir, bailar, lucirse, beber un trago, jugar a la vida rápida?) ¿Dónde? (Preguntas porque eres política, aunque sabes que el poder de decisión final lo tienes tú, pero ante todo eres política) ¿Dónde? (ellas te miran, dicen nombres: hay tantas discotecas y pubs. Tú juegas a encontrarme, como yo juego a buscarte; y señalas al fin la ruta).

Arequipa de noche, con estrellas brillantes y tú sonriendo al infinito. Han comenzado a contar los chistes y también los chismes. Creo que piensas en mí, porque yo también estoy pensando en ti y te espero. Aceleras, la velocidad es algo que te gusta y hace enloquecer a tus amigas. Fumas, fuman. Te preguntas por qué he comenzado a interesarme en ti. Evalúas si soy un buen partido. Risas, la radio inquieta y las ganas de querer experimentar algo nuevo. Algo diferente. Algo que parezca una caricia y un beso ... con AMOR. A-M-O-R, parece difícil la palabra, pero te llama y me llama, y la oscura noche presagia un encuentro.

El centro, las luces. Sábado en la noche y cazadores y cazadoras como tú salen en coche o a pie y adoptan poses de inconmovibles, de estatuas doradas a las que nada ni nadie podrá derrumbar, y compran sus tragos y fuman, y fuman y gritan, y gritan y se disfuerzan, y sueltan risotadas, tan gruesas, tan estridentes, tan falsas como el sábado en la noche en que debes reír porque es sábado en la noche y debes reír y juerguear porque es sábado en la noche y...

Nos hemos encontrado por fin. Hola. Hola. Nos decimos. Te exploro con la mirada y aspiro tu perfume. No sé si tú me analizarás también pero te veo feliz. El beso que nos damos en la mejilla quisiera deslizarse hasta nuestros labios. Pero aún es temprano, y encendemos nuestros cigarros y nos sonreímos. Volvemos a sonreírnos porque escasean las palabras o tal vez porque no nos atrevemos a decir aquello que se mueve en nuestros corazones. Algunas frases nos permiten construir una conversación y mis manos inquietas buscan un contacto contigo. La música también contribuye y aprovecho cada instante para pegarme a ti mientras bailamos. ¿Qué te gusta hacer? Te interrogo, y cuando me contestas imagino cómo será tu boca o cómo tus abrazos. Construyo en mi mente un pequeño paraíso en el que retozamos juntos y escucho ahora tu pregunta: ¿y a ti? Pues a mí me gustas tú, pienso, pero no te lo digo. Hablo mas bien de mis aficiones y sueños de aventura y me permito tomarte de la mano y atrapar luego tu cintura en mis brazos. Me dejas hacer...

La vorágine de la noche con sus risas, y sus mil rostros oscuros que intentan confundirse entre sí, se introduce con frenesí en todos, junto con el vaho a alcohol y deseo, que es como la única careta válida para la noche; y nos descubre sentados en un rincón explorándonos los cuerpos y diciéndonos esa palabra: A-M-O-R que quién sabe por qué diablos no volverás a repetírmela, o yo a repetírtela, hasta que sea otro sábado de cacería en que señales un pub sobre el volante y me encuentres.